La administración pública municipal Alberto Adriani, del Estado Bolivariano de Mérida (Venezuela), en su compromiso político, toma la decisión por vía decreto la construcción del Plan de Desarrollo Urbanístico Local, como política pública de estado, en la planificación estratégica, para ordenar nuestra importante ciudad, en el presente y futuro, porque en la actualidad se encuentra creciendo anárquicamente y sin planificación en las soluciones de sus grandes problemas que vive nuestra población de la ciudad capital regional del Sur del Lago, El Vigía. El objetivo del Plan de Desarrollo Urbano Local es plantear una “hoja de ruta” que oriente el desarrollo de nuestra ciudad para el beneficio y usufructo de las generaciones presentes y futuras, de acuerdo a los lineamientos estratégicos enfocados a elevar la calidad de vida en la ciudad. Fue construido con la participación activa y protagónica de todos los sectores públicos y privados, del poder popular (consejos comunales y comunas), Consejo Local de Planificación de Políticas Públicas, instituciones educativas, académicas y culturales. la construcción del PDUL se desarrolló al calor de las nuevas propuestas nacionales de ordenación de territorio y la construcción de las ciudades comunales, el estado comunal, con las nuevas leyes que se están construyendo en la asamblea nacional, entre ellas: Ley Orgánica de las Ciudades Comunales y la Ley Orgánica de los Parlamentos Comunales.
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Si se mira bien, se descubre un espíritu duro que conoce todos los vericuetos en que se refugia el idealismo, en que el ideal tiene sus rincones y, por decirlo así, su último baluarte. Un espíritu que lleva una antorcha en la mano, y proyecta su luz a los confines siderales más oscuros, llevando una esperanza como ráfagas de fotones en ese mundo subterráneo del idealismo puro.
Se va despejando la penumbra que arropa un error sobre otro, donde se refugia la justificación de las conductas psíco-cognitivas. El ideal no es refutado, pero si puesto al descubierto como capas desgajadas de una cebolla. Aquí, por ejemplo, es el sabio el que mira al infinito; mirad por el reverso y veréis hablar al hermenéutico; bajo una espesa capa de errores se descubre al liberal; finalmente, se puede ver al dialéctico, tanto idealista como materialista, para llegar hasta el auténtico ser, más allá del filósofo de convicción y también del libre pensador, totalmente desprendido, desligado ya del nóumeno, la cosa tal como es en sí. Y también más allá de este mundo, ya no como se nos aparece, por lo que la renuncia es total, sin vuelta atrás. (Estrabón)