"Las exigencias de mercado del capitalismo de la vigilancia, montada en una estructura de mercantilización de datos personales en la que lo más valioso son los comportamientos humanos, vigilados constantemente para extraer información, están siendo comercializadas sin nuestro conocimiento, ya que los contratos que estamos obligados a aceptar, contentivos de un largo texto con innumerables párrafos (muchos de los cuales están en letras pequeñas) cuando nos registramos en sus plataformas para hacer uso de sus servicios, nos enajena del derecho fundamental de conservar nuestros propios datos. Así como en la época colonial los imperios conquistaban pueblos enteros, apropiándose del territorio y de los recursos naturales, el colonialismo de datos se apropia de información extraída de comportamientos humanos".
Sin embargo no son, contrariamente a lo que se creía, tan decisivos o determinantes en la difusión mediática. En realidad estudios recientes aportan evidencias de que los usuarios están menos atrapados por las burbujas de lo que se supone que están, ya que las redes te crean una realidad a medida para no incomodarte. Aun así, las consecuencias de la publicación de informaciones erróneas o netamente falsas es que en Internet esos contenidos difícilmente desaparecen. Por lo mismo, el peligro se encuentra en que exista información falsa y que aunque haya sido desmentida, siga circulando y siendo leída.
A pesar de todo este encerramiento en la «burbuja filtro» no es determinante, ya que se pueden romper las barreras de estos filtros eliminando, por ejemplo, todo el historial de búsqueda que tenemos en nuestro navegadores, o volviendo a resetear o los algoritmos de búsqueda que nosotros habíamos hecho, no obstante, de manera general, la gente no se ocupa de ello, y sólo un grupo de profesionales de la informática están al tanto de sus efectos perjudiciales, por lo que al asumir la problemática social desde una teoría general acerca de la transmisión cultural y de los medios de comunicación (la mediología, por ejemplo, tal como la asumió desde sus orígenes Régis Debray, quien llevó este método de análisis a la ciencia con libros como Introducción a la mediología(1), y el muy famoso Vida y muerte de las imágenes, al igual que Edmund Carpenter y Marshall McLuhan, en El aula sin muros(2), quienes, en particular McLuhan, dejan en claro que la mejor manera de proceder en el abordaje investigativo o informativo de la comunicación de los medios es el de la "ignorancia organizada"), al aplicar estrategias -como las de la Geografía social- que faciliten la posibilidad de confrontar los saberes habituales y cotidianos con la realidad del entorno inmediato.
Según esta perspectiva, cada nueva tecnología o medio de comunicación modifica nuestra vida sensorial, alterando todos nuestros sentidos (Islas, 2011), por eso McLuhan va del estudio de los mensajes y sus efectos al estudio de los medios como configuraciones del propio ambiente humano, convertido no en un simple envoltorio, sino en un proceso activo, reinventado por las tecnologías y los nuevos medios (Palacios, 2011). (Citados en Pineda, 2018)
La comunicación solo puede darse en el mundo de la vida cotidiana, donde la comunicación interpersonal es fundamental. De esta manera, se impone volver la mirada hacia el escenario donde los hechos se hacen realidad: en la vida diaria y cotidiana, en los espacios comunicacionales, y en el ámbito más inmediato, lo local; dado que es allí donde se evidencian los problemas más sentidos, la historia, lo geográfico, lo económico, el hecho urbano o rural, ya que es ahí donde se desenvuelve la vida en su drama espontaneo y habitual: la comunicación entendida como interacción, asociación o contacto no solo entre hombres sino entre todos los elementos o sistemas que aparecen en el cosmos, donde la comunicación es la trama que lo relaciona todo. Régis Debray publica en 1997, "Transmitir más, comunicar menos", donde analiza las diferencias sobre "transmisión" y "comunicación", por la cual, entre los conceptos que aporta, deja ver lo que podría ser una metáfora de sus vivencias: "La transmisión procede geográficamente, procura ocupar el espacio, toma la forma de trayectos e influjos pero es para mejor hacer historia (el duro deseo de durar sin reparar en caminos)... y sólo se aventura en la lejanía para aumentar sus posibilidades de no morir"(3). Por lo cual, este es el camino de las TIC, intentando ahora que la comunicación se convierta en solo un escenario virtual con el cambio de la realidad comunicacional enlazada al «Metaverso», al saturar el espacio y desertar en el tiempo los vínculos de las relaciones humanas, dejándonos huérfanos de todo lo que ha sido significativo para la vida de las personas: su humanidad.
En este sentido, y como consecuencia de la creación de la “zona de confort” ideológica del individuo en un mundo donde las TIC están dominando hasta los espacios del "sueño", se hace necesario el análisis geográfico del ciberespacio, por cuanto establece las verdaderas redes de dominación mundial (Castells lo tiene claro en su libro "Comunicación y Poder", 2009; al referir que: "la conexión y la programación de las redes globales son las formas de ejercitar el poder en nuestra sociedad red global" -p.84-; "no sólo en cuanto a la información relevante desde el punto de vista financiero, sino también en cuanto a la influencia que las redes de comunicación e información ejercen sobre la percepción y la toma de decisiones de las empresas, los inversores y los consumidores" -p.546)(4) en un espacio que ya se hace finito: el de las redes de comunicación computacionales manejadas por las corporaciones mediáticas y cuyo fin no es otro que "...de vigilancia y control global”; el de sustituir nuestros sueños auténticos por sueños virtuales, ahora en expansión a través del "Metaverso".
La idea es cambiar esa tendencia por una más cónsona con la realidad auténtica, aunque lo que vine después puede ser otra cosa, en vista de que escritores e intelectuales progresistas que ocuparon posiciones en los espacios internacionales de lucha auténtica o comprometida con la vida, ahora se han ido hacia las cómodas aulas burguesa o corporativas, y mantienen una orientación política conservadora y contraria a la lucha social. Sin embargo no seremos presas de estas alienantes y enajenantes posiciones, pero tampoco nos quedaremos esperando sino accionando, ya que el Internet no es un espacio neutro, en el cual sólo se depositan las comunicaciones, o bien la de un sistema que implica entidades cerradas sin juego territorial en el espacio virtual, además de neutrales.
Por lo tanto, tenemos que preguntarnos: ¿Cómo accionar? No precisamente desde los espacios meramente críticos, pues los mismos han derivado en una crítica mediocre, encubierta en la nueva moda del llamado "Pensamiento crítico". Al respecto, el pedagogo Gregorio Luri, en su libro "La escuela no es un parque de atracciones" (citado en Alonso-Sainz, 2021)(5), comenta que "a pesar de la importancia que en la «nueva educación» se otorga al pensamiento crítico, desde que éste comenzó a ponerse de moda por allá al inicio de la década de los '80, a estas alturas los profesores siguen lamentado la falta de desarrollo de pensamiento crítico en sus alumnos, careciendo incluso de una definición precisa que nos permita entender qué carajo es el 'pensamiento crítico', ahora usado como arma por los antiintelectuales para bombardear en la red a todo lo publicado que no se corresponda con sus prejuicios críticos.